martes, 5 de diciembre de 2017

Poema 6

                   a Daymira Barriga 




Está escrito en un libro que narra la famosa defensa del Acre
De nuevo soy capaz de entregarme a los espejismos
Por puro gusto para ignorar el designio de las estrellas
Que leen en mi futuro una muerte común y corriente
Muy alejada de las acciones heroicas de los inmortales
A veces una operación cotidiana, un paso, una mirada
Que no se sabe de cómo nacen, cambia la dirección de la vida
A veces me aconsejo dejar de lado la retórica del mártir
Y casi soy empujado por una mano invisible a olvidar
Las etapas más tristes de mi vida. Soy capaz de volar
Y si fracaso en el primer intento, me rodeo de benefactores
De imaginarios seres venidos de ninguna parte y salto
Quienes han experimentado algo parecido comentan
Entre sí las particularidades del laberinto observado
Desde lo alto. Señalan con la mirada un punto perdido en el cielo
Y se abstienen de reír pues lo aconsejable en estos casos
Es recordar aquel mundo con alivio y sin rencor
Tocado está cada uno de ellos por una esperanza
inexplicable
Desde mi posición puedo verlos como a mis hermanos
No es imposible atribuir a sus hazañas un significado eterno
Para no intimar demasiado con ellos, acampé en un promontorio
Llevo sobre los hombros las mismas glorias de mis compañeros
Se dice que me miraban con cierto recelo por mi afición a escribir
Para mí, nada más cierto que mi desdén por aquellos rumores
Para mí, la imperfección de estos versos y ni siquiera la cobardía
Que precede a las hazañas de las conflagraciones humanas
Para mí, una gota de tinta sobre mi mano izquierda, una flor
De aquellas que crecen en los camposantos sin ninguna virtud
Para mí, el principio de una noche, el comentario polémico
Las despedidas que pueden ser frías o calurosas según el ánimo
De quienes se aventuren a cruzar el río para echar leña a mi fogata 


       (Un día de marzo de 2010) 

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Publicado en Los trece poemas religiosos, septiembre de 2010 

Foto: Raphael Ramírez 

miércoles, 16 de agosto de 2017

El poeta y su tiempo

   Está entre nosotros y desear un poeta de otras características nos impondría la misión de atravesar los siglos para encontrar un Ángel abandonado que, indiferente al amor, juega con las pasiones de los mortales porque un día su mano fue quemada por una lágrima del sol. Semejante dolor mantiene abierta en su corazón una herida de niño maldecido y no escucha más que su propia angustia y lanza, para calmar la tristeza, todas sus fuerzas al servicio de los incontables sentimientos que llevan al espíritu del débil por el camino del rencor a sí mismo. Yo he caminado en esa dirección. Y aquí no hay un malentendido ni mucho menos.
   Amanece en el Mundo, el Poeta no duda de su estirpe y se regocija tan pronto la luz del sol besa sus mejillas y se aleja de las miradas como movido por un susurro incoherente que no consiguen escuchar las personas de bien. Es igualito a ti. Si lo veo con amor, de todos modos es tú. O dicho de mejor manera, el Poeta eres tú. Y yo, el tiempo que dedicas a leer estos versos tantas veces repetidos por el viento y sus hijos más necesitados de olvidar la soledad y el silencio (fórmula con mucha sensibilidad democrática, enunciada ya por los filósofos contemporáneos).
   Vivo en la tranquilidad que otorga el bien-estar y hoy no me pregunto ¿qué hacer?, ¿cómo hacer?, ¿para qué hacer? Mi panorama es claro, pese a que los sueños dejan imágenes confusas. Mi conducta como habitante de estas tierras no compromete la inmortalidad del espíritu y si en las siguientes horas contemplo la verdad, se habrá compadecido de mí el ser más benevolente del Universo. Pero eso me importará muy poco, pues yo he conquistado mi derecho a negarme a reproducir la estupidez y comenzaré una travesía y me atreveré a cruzar los túneles secretos que me llevarán a desentrañar la composición del mal para encontrar su cura.
   Por ahora, sólo por ahora, me inspiro para glorificar tu presencia, boliviano, dondequiera que estés, con el corazón arrancado del pecho. Para ello, leyendas no me faltan (la cruz verde de la calle Jaén; Tito Yupanqui y la Virgen de Copacabana, etcétera, etcétera), mitología hay de sobra (Illampu e Illimani, en titánico combate en el confín de los días, etcétera, etcétera); heroísmo, sacrificio, creatividad nacen a cada minuto en Bolivia y se superponen a los paradigmas de occidente con la complicidad de un mestizaje que, me complazco en decirlo, apaga mi sed y corre por mis venas con goce y vigor.

   Si a ti, testigo de mi confesión, todavía te tienta la idea de preguntarme por qué escribo en español, te repito que me declaro mestizo, a pesar de que Gabriel René Moreno y Alcides Arguedas me describan con todos los vicios habidos y por haber. Éste es mi Tiempo y me place hacerlo así: como el Inca Garcilaso de la Vega, a quien Dios tenga en su gloria. La Paz, 18 de julio de 2009.

Raphael Ramírez Flores

                                                                         

Publicado en el poemario Los días de la semana y nuestro pan de cada día, 2009 
Foto: Raphael Ramírez 
     Illimani en do menor  

viernes, 11 de agosto de 2017

Bolivia


Bolivia contemplo las ruinas de tu creación
Y rezo por los asesinos de tus superhéroes

Bolivia soy tu locura y tu salvación
Tu heredero y tus sueños liberados
Tu rostro decapitado (cabeza clavada en la pica)

Bolivia soy tu agua bendita tu copa de vino tu sangre derramada en la cruz tu silencio tu estoico silencio tu estúpido silencio tu silencio de hoy de siempre

Bolivia soy tu HIJO PREDILECTO soy el poder detrás de la silla el SOL de tus antepasados la GLORIA efímera de tus traidores y la VOZ que viaja por tus tierras como el gemido entre tu descendencia cansada de labrar tu suelo cansada de sólo soñar con mejores días
Cansado de domesticar tus vientos soy el enviado de tus próceres y la memoria nunca bien explorada de tus ÉXITOS
Soy tus mejores años tu himen recién rasgado tu Santo Sepulcro tu manto sagrado tu camino a Santiago de Machaca tus calvarios y tus socavones

Soy tu VIDA y tú Bolivia mi MADRE
Ángel que me da el pan de todos los días
Quien me lo quita y quien me lo vuelve a dar

Bolivia pongo mis ojos en tus construcciones prehispánicas y te proclamo vencedora del tiempo
Pongo mis pies en tus calles coloniales y firmo tu Acta de Independencia
No firmé el 6 de agosto de 1825 porque no me avisaron los doctores en leyes ni los letrados ni los militares
Yo no sabía leer ni escribir vivía al margen un marginal un indio un mestizo ambos como Francisco Pizarro analfabetos y pobres
Ahora miro tu casa y huelo las hierbas de tus jardines y camino entre tus ciudadanos caídos en las barricadas de La Paz entre tus soldados que asaltan la ciudad por orden de Melgarejo entre tus ciudadanos muertos a bala en El Alto en Octubre de 2003

Bolivia tres horas y media frente a tus ríos y sesenta minutos en autobús bastan para decir

        Santificado sea tu nombre
        Hágase tu voluntad
        En la tierra como en el cielo
        Bendita tú eres entre todas
        Y bendito es el fruto de tu vientre

Tres horas y media frente a tus ríos y sesenta minutos en autobús bastan para dejar de alimentar al tirano
Bastan para dejar de negar tu leche al pueblo

¿Quién es el pueblo? ¿Dónde lo puedo encontrar?
Basta de mentirme
Bolivia el pueblo somos yo y mis hermanos puestos de rodillas por el dictador
Ni más ni menos yo y mis hermanos oramos en los rincones de las iglesias
En los rincones como tus himnos a la patria con el mismo fervor busco en tus páginas de historia los nombres de los poetas Urzagasti, Comte (Gustavo), Ortiz (Rodolfo), Daher (Gary), Chávez (Benjamín), Mitre (Eduardo), Vargas (Rubén), Zamudio (Adela), Quiroga (Juan Carlos), Galindo (María), Orihuela, ése, aquél y otros, menos yo...
Bolivia soy un sobreviviente de tus noches frías y una víctima de tus días de lluvia

Bolivia soy tu Hito Cajones y tu Bolpebra
Un peregrino más y un alma en pena menos
Tu Puente de las Américas tu Cuesta de Sama
Tu brazo izquierdo ojo izquierdo lóbulo izquierdo
Tu pabellón boliviano en la Feria Internacional de Barcelona
Tu Tricolor en un barco panameño tu Grigotá tu cóctel de singani
Tus piernas de modelo tus espaldas de cargador tus goles de tiro libre
Tus trabajadoras que buscan dónde bailar el viernes con cerveza y cumbia

Bolivia pendo de un hilo sólo tú conoces la fórmula para impedir mi caída
Sólo tú tienes el poder para darme de beber un agua dulce que me haga mucho bien

Bolivia sólo tú sabes cuáles son mis sueños
Sólo tú puedes ayudarme a hacerlos realidad
Sólo tú me has dado apellidos y nombres
Sólo tú puedes defenderme de mis enemigos

Bolivia sólo tú tienes las agallas de Manuel Ascensio Padilla (decapitado en el Villar)

Bolivia a veces pienso que mi amor por ti no vale la pena
Pero si pierdo la cabeza en una de tus guerras
No dejes que me sepulten en una fosa común...
Impide con todas tus fuerzas que desaparezcan mi cuerpo


                                   27 de mayo de 2008


Publicado en El tour comilón, diciembre de 2008, La Paz, Bolivia

martes, 8 de agosto de 2017

Sin título

En el camino del altiplano
La luz asesta el primer golpe
En el horizonte tarde o temprano
El animal indomable
Alcanza la cima de aquellas nubes
Lo reconozco
Viene con el orgullo de un viejo puma  
En el camino 
Tiene lugar el encuentro de las corrientes sanguíneas
Y el agua dulce y salada inspira al cielo de la montaña


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007, La Paz
Tapa y contratapa de Efusiones

lunes, 7 de agosto de 2017

Sin título

Para la araña de los inviernos
Pasear sobre el anciano planeta
O bajo las sábanas de mi rutina
Es simplemente continuar con la labor de las familias poderosas
En cambio es otra la prisión de las esquinas
Que facilita la división de las sombras
Y coloca a las ciudades una argolla cada vez más encarnizada
Para el crisantemo desasido
Temblar bajo la lluvia y recostarse a reunir sus pétalos
Es oír el insensato vaivén de las cuchillas
Otro es el siglo de la correspondencia cosmológica y sentimental
Otra la pizarra del insomnio y el gris inclinado a beber de mi boca
Otras las medidas asumidas por el pasto recortado
Sería mejor encontrar el país de la luz y sorber el tiempo del otro lado de la cordillera
Cerca de la prolongada relación de la fiera y el cazador
Para quebrar los lápices enmudecidos
Y hacer un recuento de las cosas borradas de la historia
Y perseguir a la tormenta
Para ajustar cuentas con ella
Otro desmejora el verano y me acompaña a debilitar el universo de la muerte


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007, La Paz
Dibujo: RR

Apuntes de mi experiencia


La divina obra de escribir poemas es para mí una experiencia mágica e inexplicable —si he de recurrir a términos del primigenio conocimiento humano para empalmar la génesis de la creación artística con el origen de la vida misma.
El tiempo avanza en un reloj. Y en este nuevo milenio el poema despliega sus milagrosas alas como el mapa de un Tesoro escondido en la Isla por el sobreviviente de un naufragio en aguas de un peligroso mar interior.
Un verso encierra la revelación más importante y profunda jamás avistada por la mente humana.
Al margen de la indudable vigencia de estas verdades perpetuas, el poema porta con impecable lucidez las llaves del corazón, derrama un vaso de agua dulce, extiende una mano en la oscuridad, abre un ojo en la noche de las intolerancias y la ignorancia, posa con gozo sus labios de ángel bienhechor en la inmaculada frente del santo devoto del amor imposible, reparte nuestro pan de cada día, deja caer una gota de lluvia en el balde de las decepciones humanas, sirve el vino de honor en el templo de la sabiduría cotidiana.
El poema limpia el sudor de los peregrinos sin brújula y los ayuda a llegar a salvo… ¿A dónde? ¿Quién lo sabe?
Con media docena de monedas y paso firme sonrío como el poeta de la esperanza. Menos afortunados, vengan a mí para estimularse con las ráfagas de viento que al darse cuenta de mi actitud de joven embriagado, sueltan una carcajada en la punta de mi dedo índice. A cambio, ya no me sumerjo en el sopor. Pero quién sepultará mi cuerpo, porque la noche anterior yo me sentaré al otro lado de Villa Fátima, cuando se desate sobre mí una tormenta y acabe por dormir en casi todas las madrugadas, ya cansado de girar como el remolino. 
Escribo estos versos en un estado psicológico envidiable para decepción de mis detractores —ingenuos espectros de las horas del sueño—, a quienes me niego a llamar pesadillas para no hacerme a la víctima de un complot misterioso.
No me extiendo más y dejo que tú, lector —mi más preciada compañía en este mundo—, des los primeros pasos, no sin antes desearte un Buendía y un descanso reparador.

R.R.


Publicado en Los trece poemas religiosos, septiembre de 2010, La Paz
Foto: RR

¿Para qué publicar un libro?*


En efecto, para qué, si con tres palabras escritas con aerosol, se arrebata el sueño.

¿Publicar un libro? ¡Por favor, de ninguna manera!

¿No es cuestión de burgueses, empresarios prominentes, intelectuales o millonarios con aires de grandeza?

¿Lo mío es la pared?

De sentirme atraído por la idea, ¿publicaría un libro luego de noches de no dormir y días de insomnio?

Estas interrogaciones llevan a otra pregunta: ¿por qué gastar numerosas horas en la escritura de algo?

Un viejo conocido dice: “Lo que yo aquí escribo son verdades y cosas de importancia, provechosas, muy gustosas, y en nuestros tiempos acaecidas: y dirigidas al mayor y más poderoso príncipe del mundo, que es Vuestra Alteza”. (Pedro de Cieza de León. Crónica del Perú. Biblioteca de Ayacucho. Caracas, 2005, pág. 9).

El soldado español tiene noticias y las escribe para informar al emperador Felipe II, declaración de principios que contiene un paradigma comunicacional (emisor-medio-mensaje-receptor).

Es más, Cieza de León comparte su experiencia de escribir en situaciones extremas: “Pues muchas veces cuando los otros soldados descansaban cansaba yo escribiendo. Mas ni esto ni las asperezas de tierras, montañas y ríos ya dichos, intolerables hambres y necesidades nunca bastaron para estorbar mis dos oficios de escribir y seguir a mi bandera y capitán” (ídem).

Casi medio milenio después, las palabras de Cieza de León ayudan a ensayar respuestas, “porque mucho de lo que escribo vi por mis ojos estando presente y anduve muchas tierras y provincias por verlo mejor. Y lo que no vi, trabajé de me informar de personas de gran crédito, cristianos y indios” (ídem, pág. 10).

Sí, es cierto. Sobran pruebas de la intención del cronista de publicar sus escritos: a) en España solicita “licencia para imprimir el dicho libro” (ídem, pág. 7), b) sabe que “el tiempo consume la memoria de las cosas” (ídem, pág. 10) y, por tanto, c) “determiné de gastar algún tiempo de mi vida en escribir historia” (ídem).

Un razonamiento parecido expresan periodistas que se atreven a reportear en condiciones riesgosas y tras satisfacer la demanda de verdades y noticias, hacen una pausa en el camino y ordenan en un libro el material escrito. 

Para digerir esa relación, sería insuficiente puntualizar cinco o seis casos. Consciente de mi elección arbitraria, me disculpo por mencionar solo uno: Jorge (Coco) Quispe publicó Andares de un reportero (Editorial 3600, 2017), su primer libro.

Narra “cosas de importancia”, como en la siguiente descripción: “A la platería original y prendedores de oro se suman figuras hechas con hilo de mostacilla que Germán luce en el pecho, además de una cinta hecha con lana de vicuña” (Andares de un reportero, pág. 26).

En otros pasajes echa a andar la rueda de la metáfora: “En medio del mundo de greda que le rodea, a sus 12 años Jaime ya ha hecho planes: quiere ahorrar y comprar su propio horno para cuando sea grande. El niño ladrillero observa desde las colinas de Alpacoma, una ciudad pigmentada con los colores de su trabajo; una urde de edificios de arcilla hechas por otros pequeños de su edad” (ídem, pág. 22).

Sus crónicas llevan la marca de quien busca la consistencia en el relato con pulso de artesano en la escritura, mirada aguda, recurrente exposición de detalles, etc., temas de otra crítica.

Aquí subrayo su iniciativa de editar un libro con crónicas ya publicadas y premiadas por su calidad. 

Con Andares rompe el circuito del reportero-redactor de periódico, y pasa de esa rutina a fabricar un artefacto cultural llamado libro.

Aunque no regala al lector (a modo de introducción) una reflexión exhaustiva acerca de la crónica periodística y el oficio de reportear en tiempos de cambios vertiginosos en el periodismo escrito.

Con todo, Jorge lanza la buena nueva desde su bien ganada trinchera de cronista del siglo XXI. ¡Publicar un libro es genial!


* Raphael Ramírez es poeta


Publicado en Buena Fuente, edición 27, abril-mayo 2017