miércoles, 16 de agosto de 2017

El poeta y su tiempo

   Está entre nosotros y desear un poeta de otras características nos impondría la misión de atravesar los siglos para encontrar un Ángel abandonado que, indiferente al amor, juega con las pasiones de los mortales porque un día su mano fue quemada por una lágrima del sol. Semejante dolor mantiene abierta en su corazón una herida de niño maldecido y no escucha más que su propia angustia y lanza, para calmar la tristeza, todas sus fuerzas al servicio de los incontables sentimientos que llevan al espíritu del débil por el camino del rencor a sí mismo. Yo he caminado en esa dirección. Y aquí no hay un malentendido ni mucho menos.
   Amanece en el Mundo, el Poeta no duda de su estirpe y se regocija tan pronto la luz del sol besa sus mejillas y se aleja de las miradas como movido por un susurro incoherente que no consiguen escuchar las personas de bien. Es igualito a ti. Si lo veo con amor, de todos modos es tú. O dicho de mejor manera, el Poeta eres tú. Y yo, el tiempo que dedicas a leer estos versos tantas veces repetidos por el viento y sus hijos más necesitados de olvidar la soledad y el silencio (fórmula con mucha sensibilidad democrática, enunciada ya por los filósofos contemporáneos).
   Vivo en la tranquilidad que otorga el bien-estar y hoy no me pregunto ¿qué hacer?, ¿cómo hacer?, ¿para qué hacer? Mi panorama es claro, pese a que los sueños dejan imágenes confusas. Mi conducta como habitante de estas tierras no compromete la inmortalidad del espíritu y si en las siguientes horas contemplo la verdad, se habrá compadecido de mí el ser más benevolente del Universo. Pero eso me importará muy poco, pues yo he conquistado mi derecho a negarme a reproducir la estupidez y comenzaré una travesía y me atreveré a cruzar los túneles secretos que me llevarán a desentrañar la composición del mal para encontrar su cura.
   Por ahora, sólo por ahora, me inspiro para glorificar tu presencia, boliviano, dondequiera que estés, con el corazón arrancado del pecho. Para ello, leyendas no me faltan (la cruz verde de la calle Jaén; Tito Yupanqui y la Virgen de Copacabana, etcétera, etcétera), mitología hay de sobra (Illampu e Illimani, en titánico combate en el confín de los días, etcétera, etcétera); heroísmo, sacrificio, creatividad nacen a cada minuto en Bolivia y se superponen a los paradigmas de occidente con la complicidad de un mestizaje que, me complazco en decirlo, apaga mi sed y corre por mis venas con goce y vigor.

   Si a ti, testigo de mi confesión, todavía te tienta la idea de preguntarme por qué escribo en español, te repito que me declaro mestizo, a pesar de que Gabriel René Moreno y Alcides Arguedas me describan con todos los vicios habidos y por haber. Éste es mi Tiempo y me place hacerlo así: como el Inca Garcilaso de la Vega, a quien Dios tenga en su gloria. La Paz, 18 de julio de 2009.

Raphael Ramírez Flores

                                                                         

Publicado en el poemario Los días de la semana y nuestro pan de cada día, 2009 
Foto: Raphael Ramírez 
     Illimani en do menor  

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