domingo, 14 de enero de 2018

Sobre una escena de Borges

Camino de Calamarca “Jesús o Sócrates no te salvan”
El espejo y el jardín vistos desde una pesadilla inmortalizan la contemplación
La cruz abre las puertas de un paraíso baldío
Sin duda sus pobladores hartos de la eternidad revolvieron la bóveda
Y vieron a las jerarquías celestiales con pasión de enamorados
Opuestos a la sucesión renunciaron incluso al gobierno
Los hijos de sus hijos tocan de puerta en puerta
Ocasionalmente trabajan
Llamados a declarar huyen sin dejar vestigio
Sus lomos erguidos ante la noche recuerdan la clarividencia de los viejos perdidos en el bosque
Cuando hablan no expresan fortuna y menos desean la perpetuidad de los dictadores
Como los meteoros sus vidas dejan una fugaz impresión
Sus tumbas son el futuro previsible de la autoridad  


Publicado en Complacencias, septiembre de 2002
Foto: Raphael Ramírez

La confidencia del beso

Para ti el arca y la tierra
El arca de donde fueron compañeros los escritores y la sustancia

Para ti cosas del alma el aliento el latido

Para ti la memoria y el delirio
La interrogación rehecha con sus alas de durazno
Alas que son corredores del todopoderoso

Para ti las iglesias vacías
Los pájaros recién nacidos

Para ti ni la muerte
Acaso el olvido

Para ti el murmullo la lágrima la languidez
Y la muda serenidad de las flores vistosas

Para ti el pecho de los árboles
Sus hojas sus crucifijos
Sus rutas de campo traviesa

Para ti quienes crispados por el frío
Miran el cielo y dicen una plegaria
Una plegaria pasada por tus labios
Mayores labios maduros
Cercanos a la confidencia del beso

Para ti la respiración el agua encauzada
El sereno la fraternidad de las cosas felices

Para ti si me permites un mar de mentira



Publicado en Complacencias, septiembre de 2002
Foto: Raphael Ramírez


martes, 2 de enero de 2018

Sin título

Yo decía antes de dormir
Esa melancolía que aprende a soñar
Es mía
Esa escritura de luz eléctrica y pasión
Es mía
Esa mano taciturna y de carácter retraído
Es mía
Esa imaginación de coro de crisantemos
Es mía
Ese lápiz de menos de siete metros
Es mío
Ese ángulo de los francotiradores
No es mío
Esa cortina de humo y su ventanal 
Son míos
Esa toalla mojada y los zapatos al sol
Son míos
Ese cuaderno sin fin y su letra de correr
Son míos
Esa nevada y las canciones de protesta 
Son mías
Ese aparador y los pasatiempos de cocina 
Son míos
Ese cuerpo sin vida y la muchedumbre baleada 
Son míos
Ese dintel y su altura de septiembre y octubre
Quisiera jamás olvidarlos
Ese jaboncillo y el juego de lentes de aumento
Son míos
Ese jardín y todos los insectos chupadores
Son míos
Esa guirnalda de la navidad de un niño feliz 
Es mía por siempre
Y yo decía antes de dormir
Hallarme en este lugar es poco interesante


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007
Foto: Andrea Velásquez (diciembre de 2017)

Copacabana

Vengo a fundar una ciudad a la orilla del lago
Una palabra descubierta en un pedazo del atlas
Con dos mástiles y un líquido confuso y alegre
Para no bajar la mirada cuando la playa se desnude
Haciéndose una canción aún no conquistada 
Por la inmaculada que deja su carmín en mis labios

                                                                           [Copacabana]


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007
Foto: Raphael Ramírez

Sin título


¡Qué debilidad! Quiero pasear a solas por la ciudad prohibida y atarme los zapatos con fuego y sangrar a la vista de quienes esperan la reencarnación de los sentidos. 
Realmente estoy débil: desciendo a la opulencia. Nunca veré a mi verdugo ¡Jamás soñaré con el grito! Avanzo al encuentro de mi urna. Saludo a los enredos y al guardián de una villa hundida en la primavera. Nada me hace luz; busco a los caníbales que persiguen a la rosa, con la urgencia de los ejércitos auxiliares enviados por un pueblo abalanzado a los caminos.
Por la mañana me siento más débil. Regreso al hierro oxidado; al evangelio apócrifo; a la verdad revelada en la noche; al día desplegado en la guarida de un diablo de yeso.   


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007
Dibujo: Raphael Ramírez 

Esquela

De vez en cuando me arden los dedos
Y la sombra pasa de muchas historias al sueño
Para que la ciudad de cualquier planeta
Desaparezca de los mapas y del tiempo
A medio camino del diluvio y a nueve segundos del iris
Levantado a los claros y a los oscuros de un Mediodía

Puedo acordarme de un vencedor y de un vencido
Seguido de una muchedumbre que quisiera ignorar el peligro
No vivo en la muralla de una fortaleza de Oriente
Ni construyo las comunidades de una nueva metrópoli
Olvidado en el centro de una ciruela
Me desvinculo de las formas primarias
Con inútiles picoteos me yergo en la unidad del verso
Sostenido por la insignificancia y la maldad de mi remolino

Atardece en el agua que no oscurece su cielo
Día reaparecido en el pésame de mi entierro
Pieza de pan ofrecida a los infinitos demonios
Lectura despreciada en una mesa de Doce
Paciente mi colibrí deshoja el hexágono
Y exhibe su desfiguración a la mujer y al varón

Hay un dolor análogo a la Pascua y la Navidad
Ni una galería de lunas ni una afirmación en mi rostro
Pueden alejar a las moscas de mi nicho
Una llamarada va de tiempo en tiempo
A recordar la música de mis ojos
En la esquina compartida con la tranquilidad de la tarde
A medio camino del diluvio y a nueve segundos del iris 
Invitado a jugar con la resurrección de la gente imposible
En esta misma pared inclinada de pronto al vinagre
Y a las otras cosas que me hacen maldecir al cristiano
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Lo que digo es una muestra de la tierra prometida
Antes de la imaginación de los más antiguos altares
¡Amigos... aquí mi esquela! ¡Abrácenme con efusión!
                                                                       
     18 de octubre de 2002  

Publicado en Efusiones, diciembre de 2007

Dibujo: Raphael Ramírez

Vida

Dilato la soledad para probar mi resistencia
Hablo de lo absoluto como quien habla con clarividencia de lo cotidiano
Abuso de la verdad en el aire inventado a la primavera
Mañana me esfumaré de los diarios 
No asistiré a las juntas ni a la multiplicación de los panes y de los peces   
La ciencia me iluminará con sus árboles de 50 metros
En vano los altares retoñarán sus visiones
A lo largo de los ídolos y a lo ancho de los ríos
En defensa de las ciudades levantadas al pie de la nieve
En compañía de los comensales de Cristo
Alrededor del corazón arrancado de un pecho malherido
Con la punta de la violeta enterrada en el arco iris de un mago
Sueño con acostarme en un lecho caldeo
Una noche en que las moscas finjan comer mi silencio
Un poco a la izquierda de donde las orejas pidan escucharme


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007
Foto: Raphael Ramírez

El centinela

Vislumbro el puente cercado por el cielo de un amanecer inspirado en el infierno (divertida canción de hace siglos). 

*

Estaré en el pasado, pensando en la honestidad de mi fiebre –¡satisfacción!– sin experimentar los defectos de un gemido voluntario, resignado a volver en el polvo durante la muerte de una estrella. Yo he leído de los poetas una caravana que desnuda las tinieblas; jamás escuché flotar mi oración por el espacio desgarrado en la noche.
¡Aquellos días de sequía!



Son mis pasatiempos la memoria y el olvido, ¡el agua ardiente y el vapor de la persuasión!


Publicado en Efusiones, diciembre de 2007
Foto: Raphael Ramírez