lunes, 7 de agosto de 2017

Santa Santa Santa

Te has llevado lo mejor de cada hogar y en cada puerta de casa has pintado tu maldito signo
Tú eres el espectáculo que las culturas han glorificado en panteones y días de luto, la equivocada salvación de los adolescentes descubiertos ya dormidos en el fresco de la noche y la cúspide de la maldad que hace crecer el espeluznante germen de la pobreza humana
Tú eres el producto del conflicto, la última fase de la estupidez, la bala que un desesperado se dispara en nombre de la libertad, la palabra dicha en voz baja, como si con un susurro la tierra dejara de disimular su indiferencia, porque en este momento me atrevo a decir tu nombre: muerte
No tenía la certeza de hallarme ante ti, estaba empezando a dudar de tus consecuencias, por estos alrededores las montañas se quiebran para dejarte pasar: hay una tremenda fosa común, un esclavo tuyo inspecciona la pira de cadáveres y dejo de ver...
Santa Santa Santa, te has llevado lo mejor de cada hogar y en cada puerta de casa has pintado tu maldito signo
Santa, tu fama puede ser mayor. Nada es imposible para ti. ¿Cuál es tu misión? Dime, ¿cuál? ¡Me paro frente a ti! ¡A ver, qué tienes para mí!
Al tratar de ser feliz, no quiero nada contigo. ¡Vete! ¡No insistas! A lo mejor, otras personas se dejarán seducir por tu sutil movimiento y quemarán sus cabezas y mi lengua envuelta en papel periódico
Santa Santa Santa, te has llevado lo mejor de cada hogar y en cada puerta de casa has pintado tu maldito signo
Te engañas con esas mentiras dichas por ahí a tu primitivo corazón en una inmunda calle de asesinos, proxenetas, genocidas, hipócritas y oscuras gentes que hablan de la redención y el pecado
¿No estaré entregándome a ti? ¡No! Me ha empezado a fascinar tanto la vida que basta ir a la ventana para mirar las camionetas cuando pasan
Me he convertido en una gran sorpresa de la vida. Ya no se trata de perder la esperanza. Me quedo para inventar lo que haga falta. Me he convertido en una garantía del éxito absoluto de los poetas revolucionarios. Más cerca todavía, corro el riesgo de huir de los perros callejeros sin pedir permiso a los parientes de los desaparecidos que todos los días se sientan a esperar…
¿Qué puedo decir de los enfermos mentales que saltan del Puente de las Américas? ¿Qué puedo decir de ti, niño, agazapado en el último escalón del subterráneo? ¿Qué debe desaparecer del mundo para refutar el argumento de los torturadores? ¿No hay aquí ningún testigo? Silencio, silencio…
He dado un golpe maestro a la amnesia. No pido alterar los hechos
¡La Paz, regalo este poema a los alcohólicos y drogadictos de La Recoleta. Ninguno de ellos sigue siendo un extraño en la ciudad. Sus aspiraciones se queman… A veces, yo también me quemo bajo el sol de mediodía
La Paz, dame una pista para encontrar los cadáveres. La-tinoamérica ha sido un campo de batalla (¿1809-1990?). ¡Dios mío, ten piedad de nosotros! ¡Dios mío, no dispares, no dispares!
Me quito la venda de los ojos: la Santa se ha llevado lo mejor de cada hogar y tú, Diana María, serías hoy una persona feliz y la más piadosa de las almas con tendencia suicida
Diana, si tuviéramos suficiente amor durante esas noches de larga espera; si para no asustar a la gente, a todo lo que se mira, se pinta de color verde, si la muerte de una persona pusiera fin a la polémica, si de ahí en adelante las horas pasaran de largo, qué benévolos seríamos con nosotros mismos

Amo la vida y no me harán desistir sus trampas de mal gusto, ¡no estoy mintiendo!
Amo la vida como amo las vastas nubes de febrero y el calor de un día de noviembre
Amo la vida y trece poemas religiosos ya empiezan a parecerme una repercusión natural de la perenne victoria del amor sobre la muerte
Amo la vida por decisión propia. Hay otros que también la aman, pero no saben decir por qué. Y, sin embargo, son los más resueltos a seguir viviendo
Amo la vida casi sin excepciones. Esta elección provoca una avalancha de retos. Estoy dispuesto a rebasar los límites convencionales. Después de todo, sigo siendo un misterio por resolver 


La Paz , 19 de julio de 2010
 
Publicado en Los treces poemas religiosos, septiembre de 2010, La Paz
Foto: RR



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