Tú que odias la rutina y el
taciturno vuelo de las moscas sobre tu plato de sopa
Ven a mí por este lado del camino y
recuerda que la tristeza coincide en tantos puntos con la falta de imaginación
Tú que aún aspiras a cambiar la vida
para renunciar de una vez por todas a la vocación humana de escupir a la muerte
a fin de seguir viviendo
Ven a golpear mi puerta que yo no
ignoraré tu desnudez y te cubriré de misericordia como lo haría cualquier
bienaventurado
Tú que perdonas a los insensatos y
no recuerdas nunca mis desagradables maneras ni preguntas por qué no distingo
una cosa de la otra o por qué son para mí semejantes las formas sencillas y el
éxtasis de quienes ven a Dios en un sueño
Pon tus labios sobre los míos porque
no tendré descanso hasta que mis fuerzas hayan conquistado la inmortalidad del
alma
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Tú, estés donde estés,
ora por los aquí presentes. Acércate porque no dudo de ti y si odias cuánto ves
a tu alrededor, nadie ni nada te podrá satisfacer. Es cuanto puedo decirte.
Apelo a tu ingenio para que no me llames, de buenas a primeras, poeta de mirada
extraña y palabras rebuscadas
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Publicado en Los días de la semana y nuestro pan de cada día, diciembre de 2009, La Paz, Bolivia
Foto: Raphael Ramírez
Vista de la Pérez Velasco, La Paz, Bolivia |
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